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X Coloquio Anual "Diversidad en Ciencias - Ciencias Diversas"
Paisajes en transformación: territorios, tiempo y espacio

San Carlos de Bariloche – 22 y 23 de Noviembre 2018


La finalidad de los Coloquios del IIDyPCa es reunir a científicos de diferentes disciplinas que investigan temáticas comunes para promover su difusión y favorecer el intercambio y los abordajes transdisciplinarios. El tema a explorar en el X Coloquio Anual es "Paisajes en transformación: territorios, tiempo y espacio" como eje a partir del cual discutir la interacción entre los escenarios y las comunidades humanas, desde el inicio de la ocupación hasta nuestros días.

Desde hace varias décadas, el concepto de paisaje se ha vuelto central en diversos planteos en diferentes ciencias. Originalmente tomado de la geografía (Sauer 1925), el paisaje se ha definido en las dicotomías entre lo natural y lo cultural, lo objetivo y lo subjetivo, lo físico y lo discursivo (Forman y Gordon 1986, Lanata 1995, Ingold 1993, Criado Boado 1993, Anschuetz et al. 2001; Latour 2012). Más allá de las diferencias epistemológicas, la dicotomía natural-cultural ha dominado tanto el escenario científico como el popular.

Tradicionalmente, el paisaje natural fue definido como aquellos espacios que se encuentran en un estado "puro" o “virgen”, prácticamente no modificados por la acción humana. La adjetivación “natural” resalta, en este caso la interacción de los componentes biológicos, climáticos, geológicos y ecológicos. Muchas veces el paisaje natural es considerado como el terreno observable que está conformado por las características propias del entorno. Y muchas veces este paisaje se asocia a una determinada concepción de belleza que conforman territorios en los que prácticamente intervención humana se asume como mínima, y solamente al servicio de su contemplación. La concepción de que las montañas, los polos, los bosques, algunos sectores costeros y los desiertos son los clásicos paisajes naturales obedece a que comparten elementos en común: naturalidad y escasa intervención humana. A esto se le suma que, en muchos casos, son espacios donde la vida humana es sumamente difícil  por las condiciones extremas y/o de difícil y/o costoso acceso. Así es que la población que reside en ellos es siempre muy baja, o bien nula, porque no hay condiciones básicas para que diferentes actividades humanas se desarrollen en ellos. A su vez, esta idea de paisaje prístino es parte de la definición de agendas de conservación y protección de la biodiversidad. Son el eje y el foco del debate en las discusiones referentes al calentamiento global y en relación a las causas naturales o culturales del mismo. Estos espacios cobran especial relevancia nos sólo para la investigación científica, la educación ambiental y otras actividades como el turismo y el esparcimiento, sino que además nos permiten conocer el rol de nuestra especie en la magnitud y escala del cambio climático.

Por otra parte, el concepto de paisaje natural es también empleado con recurrencia para designar a aquellas zonas que cuentan con alguna protección especial, legislada por un cuerpo determinado y pertinente para el estado en el cual se encuentra, y como consecuencia del especial interés que estos paisajes revisten en sí mismos. En muchos casos estos paisajes naturales con representativos de los diferentes ecosistemas, formaciones o contextos  naturales, ya sean estos geológicos o geomorfológicos de un país y/o son compartidos por más de uno. Y socialmente cobran un papel relevante en la conservación de la biodiversidad del planeta, lo que permitiría, de alguna manera, asegurar la continuidad evolutiva de las diferentes especies animales y vegetales que los determinan. Además, la conservación de estos paisajes naturales hace que se impida la desaparición de especies, o por lo menos que mantengan pruebas selectas de algunos individuos así como del material genético. Esto ayuda a  la investigación científica, educación ambiental, y al control y estudio de los parámetros ecosistémicos. Y otro punto relevante es que contribuyen al mantenimiento y mejoramiento puntual de sistemas hidrológicos y de abastecimiento de agua y al control de la erosión así como al de la sedimentación. Sin embargo,  estos paisajes naturales están en constante cambio y muchas veces han sido muy intervenidos y modificados -en diferente grado- por la acción humana para satisfacer diferentes necesidades humanas –i.e. transporte, vivienda, sustento económico y social, etc.

La conceptualización del paisaje cultural por su parte, surge es concebida como espacio resultante de la acción del desarrollo de acción humana. De esta manera el paisaje cultural es el resultado de la interacción en el tiempo de las personas y el medio natural, cuya expresión es un territorio percibido y valorado por sus cualidades culturales, producto de un proceso social, soporte de la identidad de una comunidad y terreno de disputas sociales (Cosgrove 1983; Ingold 1993; Lefebvre 1971; Soja 1984; Santos 1996; Massey 2001, Zusman et al. 2011). En este sentido, el paisaje cultural es una realidad tanto dinámica -resultado de los procesos que se producen a lo largo del tiempo en un territorio, como compleja porque la integran componentes naturales y culturales, materiales e inmateriales, tangibles e intangibles. En consecuencia, pasó a ser campo de reflexión del arte, la geografía, los estudios culturales, la sociología, la antropología y la arqueología.

Esta dualidad de paisaje natural y paisaje cultural comienzan a cuestionarse a partir de acercamientos que han puesto en duda la dicotomía naturaleza-cultura (i.e. Latour 2017). Hasta no hace muy poco, tanto el saber popular como el conocimiento científico han pensado que los humanos han desarrollado sus actividades casi sin afectar los paisajes naturales. Por alguna razón lo que parecía inamovible o casi estático de pronto comenzó a exigirle a los humanos una relación más simbiótica. O aquellos se dieron cuenta de la finitud de la relación que mantenemos con los paisajes naturales.

Este coloquio busca incluir la amplitud de las discusiones en torno a la noción de paisaje como línea de abordaje transdisciplinario que supere los abordajes binarios o dicotómicos. El concepto de paisaje tiene así el potencial unificar en un debate académico perspectivas teóricas diversas, que se intersectan en torno a esta interacción entre los grupos humanos y su entorno. Consideramos que los paisajes en sentido amplio son entidades dinámicas que se encuentran en constante transformación, lo que permite complejizar las miradas dicotómicas a partir de interacciones múltiples entre la acción social y su objetivación en productos socioculturales en términos del entorno y el territorio. Estas dinámicas sólo son visibles a partir de acercamientos integrados que pongan el acento en las diferentes escalas en las que estos procesos se expresan.